ESCENA IV CARTASIA

A última hora el empollón colocó dos ejercicios a la izquierda de la mesa. Con mucho esfuerzo y valentía pude copiarlos. El empollón de primero estará buscándome por  los bares durante todos los sábados de este verano, para que tomemos una copa juntos y contarme su batallita de como se arriesgó a manchar su expediente. Por fin aprobé, y esa noche salimos a celebrarlo. Tenía ganas de ponerme guapa, la ocasión lo merecía. Cuando me pasaba a desayunar o tomar una cerveza por el taller siempre llevaba  peto corto con camiseta blanca, trenza, mochila y bici. Aunque me gustaba esa imagen, hoy me pedía el cuerpo cambiar, esa noche salíamos a bailar, y Bruno me tenía preparada una sorpresa. Me dejé el pelo suelto, me pinté los labios y los ojos, me puse tacones y mi vestido talismán. (siempre que me lo ponía se acercaban chicos a ligar conmigo). Azul con lunares, con mucho vuelo, la espalda al aire y un escote de verano. Cuando llegó Bruno  me  envolví el vuelo entre las piernas convirtiéndolo en  un pantalón corto. Encima de la dos y medio sentía como el aire jugaba con mi  pelo. Íbamos muy despacio saboreando la noche, la ciudad, el sábado, el bullicio y la alegría de la gente en la calle con ganas de pasarlo bien. Hombres y mujeres nos miraban al paso del "tu-tu-tu-rumm, tu-tu-tu-rumm" , es como si dijéramos <<hemos llegado, y nos lo vamos a pasar bien>>