NOVELA CARTASIA ESCENA III

Salí mareada del examen, sentada en el césped con un sandwich y una  cerveza,  tras el primer trago llamé a Bruno.

- Pero vamos a ver, estas loco, como entras sin decir nada, el estúpido del profesor no se atrevió a pararte porque vio tu decisión de sí o sí. Cuando quieres algo lo consigues Bruno. << riéndose y con lágrimas>>. ¿Qué pasó, recibistes mi what'sat? Cuando Bruno llegó al taller esa mañana ya estaba esperándole un cliente aburrido. Le había vibrado el móvil y al bajar de la moto vio el mensaje de Valle en facebook: "¡¡Que alguien me ayude. Necesito una calculadora científica para mi examen. Me quedan 10 minutos!! Y la foto de una rodilla bañada en sangre con la etiqueta. <<me he caído de la bici>>. Bruno abrió el taller y le dijo al cliente aburrido. <<salgo un momento, si viene alguien le das conversación, por favor>>. Se acercó a su vecino del bazar: - Hola Charly, tengo una urgencia. Te cojo una calculadora prestada. Ahh! Y échale un vistazo al "Sr. Pues" (pues esto, pues lo otro). Vuelvo en una media hora. Cogió una calculadora con logaritmos, cosenos, funciones y se montó en la bici, llegaría antes que en moto. Si el semáforo estaba en rojo para coches se convertiría en peatón, que era dirección prohibida circularía por la acera, que había que cruzar  una manzana de edificios, pues iría a través de un llano donde los niños tiraban piedras y jugaban al fútbol, que había que subir por una vereda de una muralla en ruinas, pues así lo haría para coger un atajo. Muchas noches de verano había salido con valle en bici, jugando a  buzonear  las cestas de los portales sin bajarse de la bici, uno por cada acera, con la mochila colgada del pecho llena de dípticos sobre sueños que los consumidores valorarían si comprar o no. ( de esta forma se sacaban un dinero extra, -aunque Bruno no las necesitaba, le gustaba acompañarla-). Ya llegando a la facultad dos chicas desde un coche le gritaron guapo,  se subió de un salto por encima del bordillo y levantó el pulgar derecho mostrando una sonrisa de ganador de medalla olímpica. Llevaba el mono de verano con las mangas cortadas, y sus bíceps se tensaban por el esfuerzo del pedaleo frenético. Por fin llegó al aula y entró sin pensárselo dos veces para buscar a Valle.